Al calendario maya se le otorga una antigüedad de 5000 años, lo que más despierta la curiosidad de este antiguo calendario es su sorprendente exactitud.
La complejidad sorprende a los estudiosos, arqueólogos y astrónomos, ya que entre otras cuestiones marca la alineación del Sol, la Luna y Venus cada 104 años. Se trata de un calendario cíclico, porque se repite cada 52 años mayas, y es el que más se acerca a la duración exacta del año solar.
Para ello el calendario maya se vale de tres diferentes cuentas de tiempo:
- Tzolkin, el calendario sagrado, que consta de 260 días: veinte trecenas; era el seguido en la celebración de las ceremonias religiosas; pronosticar la estación de lluvias, tanto la llegada como duración; marcaba los períodos de pesca y cacería; también lo utilizaban para predecir el destino de las personas.
- Haab, el calendario civil, con 365 días: dividido en 18 meses de 20 días cada uno y con los últimos 5 días del año -«Uayeb»- sin nombre, considerados negativos, de descanso y excluidos de los registros cronológicos.
- La cuenta larga, así como en nuestro calendario existen nombres para designar determinados períodos de tiempo, los mayas tenían nombres específicos para períodos de acuerdo con su sistema vigesimal modificado de contar días, así el tiempo de cómputo comenzó según nuestra notación el 13 de agosto del 3114 a.C. y finalizará en 2012, el 21 de diciembre.
Lo increíble del calendario maya es la precisión de sus observaciones, lo que ha llevado a aceptar historias legendarias para justificar que el calendario fue un don de los extranjeros del mundo de las estrellas.